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MÁS ALLÁ DEL DR-CAFTA: RETOS PARA EL DESARROLLO

MÁS ALLÁ DEL DR-CAFTA: RETOS PARA EL DESARROLLO


Conferencia pronunciada por el Dr. Flavio Darío Espinal, Embajador de la República Dominicana en Estados Unidos, en el almuerzo mensual de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana

Santo Domingo, noviembre 1, 2006



PALABRAS DE INTRODUCCIÓN


Es para mí un gran placer comparecer de nuevo ante este prestigioso foro de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana en mi condición de Embajador de la República Dominicana ante los Estados Unidos de América. Agradezco enormemente al Presidente y demás miembros de la Junta Directa de la Cámara su gentil invitación y la oportunidad que me ofrecen de compartir con esta distinguida audiencia mis ideas sobre temas de interés común.

Este evento tiene una importancia especial para mí, pues el mismo tiene lugar justamente una semana después de que el Presidente Leonel Fernández se reuniera con el Presidente George W. Bush en el salón oval de la Casa Blanca. Estoy seguro que ese encuentro llenó de satisfacción a los miembros de esta Cámara, uno de cuyos objetivos es el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre República Dominicana y Estados Unidos.

Aprovecho la ocasión para agradecer a la Embajada de Estados Unidos en República Dominicana, a su Embajador Hans Hertell y a todo su personal de esa misión diplomática, por el apoyo que brindaron para la realización y el éxito de la visita del Presidente Fernández a Washington la semana pasada.

Con orgullo puedo decir que el encuentro entre el Presidente Fernández y el Presidente Bush fue una jornada memorable, en la que ambos presidentes, por más de una hora, examinaron los temas de la relación bilateral, tales como comercio, energía, seguridad, migración y democracia, así como temas claves de la agenda regional e internacional, según ellos mismos anunciaron conjuntamente a los medios de prensa en la propia oficina oval.

Como dominicano me siento sumamente complacido de que el Presidente Bush agradeciera públicamente el liderazgo del Presidente Fernández en nuestro hemisferio, así como, según sus palabras, los consejos que le dio sobre cómo pueden ambos “colaborar para asegurar que nuestra propia región sea segura y pacífica y llena de esperanza”.

El hecho de que el Presidente Bush recibiera al Presidente Fernández a dos semanas de unas cruciales elecciones de medio término y en medio de complejos conflictos internacionales, es una muestra de amistad, respeto y valoración de parte del presidente norteamericano tanto al Presidente Fernández como a la República Dominicana.

Debo destacar también la reunión del Presidente Fernández con la Secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice, en la que ambos examinaron los temas de la agenda regional e internacional de interés común. Esta reunión con la Secretaria de Estado es una muestra más de la importancia que el gobierno norteamericano le atribuyó a la visita del Presidente Fernández a Washington.

En su jornada en la capital norteamericana el Presidente Fernández fue recibido también por el Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los Presidentes del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quienes valoraron los avances de la República Dominicana bajo la presente administración en lo que concierne a la recuperación de la estabilidad y el crecimiento económicos. El Presidente Fernández tuvo también destacadas intervenciones en influyentes centros de pensamiento (Think Tanks) de Washington y contactos con otros sectores que inciden esa ciudad.


IMPLEMENTACIÓN DEL DR-CAFTA

Uno de los temas sobre el cual conversaron el Presidente Fernández y el Presidente Bush fue el de la implementación del DR-CAFTA o Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana.

Como es sabido, los equipos de ambos países encargados del proceso de implementación del DR-CAFTA (la Oficina del Representante Comercial del lado norteamericano y la Secretaría de Industria y Comercio del lado norteamericano) trabajaron arduamente para completar la revisión de todos los temas pendientes antes de la reunión entre ambos presidentes. Es por ello que el día de la partida del Presidente Fernández a Washington, el Secretario de Industria y Comercio, Lic. Francisco Javier García, entregó a las cámaras legislativas el proyecto de ley de implementación del Tratado, de modo que cuando se produjo la reunión en el salón oval no había ningún tema sustantivo pendiente de resolver.

El encuentro, sin embargo, sirvió para fortalecer el proceso hacia la puesta en vigencia del DR-CAFTA y para coordinar los pasos a seguir, empezando con la aprobación por parte del Congreso Nacional del proyecto de ley de implementación, la elaboración de cualquier reglamento o resolución que pudiese estar pendiente y la consecuente proclamación por parte del gobierno norteamericano. El propio Presidente Bush declaró a la prensa que se había comprometido a trabajar con el Presidente Fernández para la consecución de ese objetivo y que había dado instrucciones a los funcionarios responsables de su gobierno para que colaboren con las autoridades dominicanas a fin de que el Tratado pueda entrar en vigencia lo más pronto posible.

Luego de este encuentro entre el Presidente Fernández y el Presidente Bush no debe quedar duda alguna de que ambos gobiernos están comprometidos con la finalización del proceso de implementación del DR-CAFTA, lo que fortalece la certidumbre y las expectativas positivas de los inversionistas en lo que concierne al posicionamiento de la República Dominicana ante el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica.


RELACIÓN ECONÓMICA ENTRE REPÚBLICA DOMINICANA Y ESTADOS UNIDOS


La pronta entrada en vigencia del DR-CAFTA nos ofrece el contexto apropiado para valorar en su justa dimensión las relaciones económicas entre República Dominicana y Estados Unidos en términos de comercio, inversión, remesas y turismo. A partir de esta realidad podemos entender mejor cuán crucial será este instrumento para seguir expandiendo las oportunidades de inversión y negocios que sirvan de soporte al crecimiento sostenido de la economía dominicana.

El comercio bilateral entre ambas naciones en el 2005 ascendió a casi diez mil millones de dólares, con un balance más o menos equilibrado entre exportaciones e importaciones en ambas direcciones. El 80.1 % de nuestras exportaciones se destinó al mercado norteamericano, mientras que el mercado de la Unión Europea recibió el 10.4% y el de Canadá el 1.8% de nuestras exportaciones.1 Por supuesto, con la entrada en vigencia del DR-CAFTA se plantea el reto de aumentar nuestras exportaciones al mercado norteamericano para que no se produzca un des-balance pronunciado en la relación comercial entre ambos países.

A su vez, la República Dominicana representa, relativamente hablando, un mercado importante para Estados Unidos. La posición del país ha oscilado entre el quinto y el sexto lugar como mercado receptor de los productos norteamericanos en América Latina y el Caribe. Y de las exportaciones de Estados Unidos a los seis países socios de éste en el DR-CAFTA, aproximadamente el 30% está destinado a la República Dominicana, siendo éste el mercado más grande.

En cuanto al flujo de la inversión extranjera directa (IED) en República Dominicana durante el 2005, el 31% provino de Estados Unidos, es decir, $282.6 millones de dólares de un total de $899 millones de dólares que se recibió ese año de inversión extranjera.2

En adición al comercio y la inversión, los dominicanos residentes en Estados Unidos remitieron a la República Dominicana en el 2005 $2, 430 millones de dólares3, al tiempo que algo más de un millón de turistas provenientes de Estados Unidos visitó la República Dominicana de un total de 3 millones 690 mil pasajeros no residentes que visitaron al país durante ese año.4

Un aspecto que quiero tocar brevemente es el de las exportaciones de zonas francas a Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a las exportaciones de textiles o prendas de vestir. A diferencia de una variedad de productos y artículos de zonas francas que han experimentado un crecimiento sostenido, es bien sabido que las exportaciones en el renglón de textiles a Estados Unidos han estado experimentando una merma considerable en tiempos recientes.

No piensen que sigo el adagio que dice “mal de muchos consuelo de tontos”, pero la verdades es que la República Dominicana no está sufriendo sola este problema. Según reporta la Oficina de Textiles y Prendas de Vestir (OTEXA) de la Administración de Comercio Internacional del Departamento de Comercio de Estados Unidos, las exportaciones de prendas de vestir desde México y desde los países que integran el DR-CAFTA hacia Estados Unidos decrecieron en un 14% durante los primeros seis meses de este año en relación a igual período el año anterior. El país más afectado fue El Salvador, con un decrecimiento de 24.2%, seguido por la República Dominicana con una caída de 18.4%. Por su parte, Honduras experimentó un decrecimiento de 11.9%, Guatemala 11.4% y Costa Rica 5.4%. Sólo Nicaragua, que ha estado bajo un régimen especial de acceso al mercado norteamericano dado su bajo nivel de desarrollo, experimentó un crecimiento de 11%, aunque sus volúmenes de exportación no son comparables a los de República Dominicana, Honduras o El Salvador. Mientras se produce este fenómeno en nuestros países, las exportaciones de textiles de Vietnam a Estados Unidos experimentaron un crecimiento más rápido que el de cualquier otro país, incluyendo China.5

Es de esperar que la entrada en vigencia del DR-CAFTA sea un factor positivo para los exportadores de prendas de vestir de zonas francas, aunque hay que reconocer que hay nuevos factores, tales como el fin del Acuerdo Multifibras el 1 de enero de 2005, que han cambiado el escenario del comercio internacional en materia de textiles en detrimento de la República Dominicana y los países centroamericanos.

Al menos quienes tienen inversión en este renglón en la República Dominicana tienen la certeza de que contarán con un instrumento legal que le garantizará acceso permanente al mercado norteamericano. No es el caso de países como Ecuador y Bolivia, por ejemplo, cuyos gobiernos y sectores privados están bajo la incertidumbre de si se le renovará o no el acceso preferencial al mercado norteamericano (el denominado ATPA), el cual vence a finales de este año. Y de alguna manera podría decirse lo mismo de Colombia y Perú, cuyos tratados de libre comercio con Estados Unidos están pendientes de ratificación en un ambiente político todavía más difícil que cuando el Congreso norteamericano ratificó el DR-CAFTA.


AHORA ES CUANDO EL TRABAJO COMIENZA

El DR-CAFTA no se va a convertir en sí mismo y como arte de magia en un instrumento de desarrollo, a menos que internamente nos preparemos para aprovechar las oportunidades que ofrece este tratado comercial con el país que tiene la economía más grande del mundo.

Es ahora cuando el trabajo comienza.

Como punto de partida de lo que deseo plantear acojo lo que señala el reconocido experto en comercio internacional y desarrollo de la Universidad de Harvard, el profesor Dani Rodrik en un ensayo preparado para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Ningún país se ha desarrollado exitosamente –dice el Profesor Rodrik—dándole la espalda al comercio internacional y al flujo de capital de largo plazo desde el exterior. Muy pocos países han crecido durante períodos largos de tiempo sin experimentar un incremento del porcentaje del comercio internacional en su producto interno”.

“Pero es igualmente cierto –agrega el Profesor Rodrik—que ningún país se ha desarrollado simplemente por abrirse al comercio internacional y a la inversión extranjera. La clave en los casos exitosos ha sido combinar las oportunidades que ofrecen los mercados internacionales con una inversión doméstica y una estrategia de desarrollo institucional que estimule el espíritu emprendedor del empresariado”.6

Un argumento similar ha planteado el reconocido profesor de derecho y economía de la Universidad de Columbia Jagdish N. Bhagwati, quien concurre con los autores que sostienen que “los únicos países en vía de desarrollo que han registrado reducción significativa de la pobreza son aquellos que se han integrado más rápido a la economía global en las dimensiones de comercio e inversión directa”.7

El ex Presidente de Chile Ricardo Lagos, uno de los estadistas latinoamericanos más exitosos en los tiempos modernos, piensa de la misma manera. En un discurso pronunciado en el 2005 en la Conferencia Ministerial de la denominada Comunidad de las Democracias, el Presidente Lagos señaló: “Hemos aprendido que nuestro crecimiento económico se basa en nuestra capacidad de insertarnos en el mundo, en los grandes mercados. Por ello tenemos un conjunto de tratados importantes de libre comercio, con Estados Unidos, con la Unión Europea, con Canadá, Corea del Sur, México…”. A lo cual agregó el Presidente socialista: “Estamos en contra del aislamiento y la cerrazón, somos partidarios de la apertura de los mercados y de las mentes, entendemos la globalización como una gran oportunidad y no como una amenaza”.8

La misma idea es desarrollada por el periodista Andrés Oppenheimer en su muy leído libro Cuentos Chinos, en el que argumenta que la clave para atraer inversiones para cualquier país en desarrollo es tener acceso a mercados más grandes. En ese contexto es que Oppenheimer hablar sobre los tres grandes bloques de comercio en que está dividido el mundo: América del Norte y Centroamérica, que representa alrededor del 25% del producto bruto mundial, el de la Unión Europea con un 16% y el de Asia con un 23%.9

Para la República Dominicana y los países centroamericanos, el DR-CAFTA es el instrumento que le garantizará acceso permanente al mercado más grande del mundo. Si bien este tratado cambia los términos de la relación comercial entre nuestros países y Estados Unidos, al pasar de un esquema de acceso preferencial a otro basado en la reciprocidad, el mismo ofrecerá un merco legal permanente no sujeto a los vaivenes de la política doméstica norteamericana. Quienes recuerdan la incertidumbre que se creó en la segunda mitad de los años noventa en torno a si se obtendría o no la denominada “paridad textil”, la cual se logró eventualmente en el año 2000, o quienes observan actualmente el nerviosismo que se ha apoderado de importantes sectores empresariales ecuatorianos y bolivianos ante la incertidumbre de si el Congreso y el Gobierno de Estados Unidos renovarán o no el ATPA, pueden comprender mejor la importancia de tener un acceso permanente al mercado norteamericano basado en un tratado de libre comercio.

El DR-CAFTA está llamado a convertirse en un atractivo de la inversión extranjera directa ante el incentivo que representa tener acceso permanente al mercado norteamericano. Este es precisamente el argumento que el Presidente Fernández promueve en sus viajes al exterior cuando se dirige a grupos empresariales interesados en explorar oportunidades de inversión en la República Dominicana.

Y es que como ha dicho Jeffrey D. Sachs, Profesor de la Universidad de Columbia y Director del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas: “Cualquier país que crea que no está en competencia con otros países para atraer capital extranjero descubrirá que habrá sido dejado atrás”.10

Por supuesto, la entrada en vigencia del DR-CAFTA se inscribe en el primer aspecto del argumento del Profesor Rodrik, esto es, aquel que se refiere a que ningún país podrá desarrollarse en el mundo contemporáneo de espaldas al comercio internacional y al flujo de inversión extranjera. El segundo aspecto de su argumento, sin embargo, es cómo crear las condiciones internas para aprovechar al máximo las oportunidades de la economía global, en este caso las oportunidades que habrá de crear un tratado de libre comercio que nos integrará aún más a la economía norteamericana, la gran consumidora del mundo y durante mucho tiempo el motor principal de la economía global.

Dicho en otros términos, ¿cómo desarrollar los factores de competitividad en el país que permitan, por un lado, atraer cada vez más inversión extranjera directa productiva y, por el otro, fortalecer y expandir las capacidades empresariales internas que hagan posible aumentar nuestra capacidad exportadora, especialmente en áreas que generen más y mejores empleos?

PILARES DEL CRECIMIENTO SOSTENIDO Y EL DESARROLLO

Toda sociedad tiene que renovarse continuamente para no quedar rezagada frente a los cambios acelerados que se producen en la industria, la tecnología, los mercados, la comunicación, los servicios y los flujos humanos en el contexto de la globalización. Según sus propias realidades, cada país tiene problemas y retos que afrontar. En Estados Unidos muchos se quejan de la competencia asiática, del desplazamiento de la inversión a otros países con bajo costo laboral o de los bajos estándares en la enseñanza de ciencias y matemáticas. A su vez, en la Unión Europea muchos se quejan de la rigidez del marcado laboral, de las altas tasas impositivas o del rezago de sus universidades en comparación con las de Estados Unidos.

En Centroamérica cada país tiene sus propios desafíos. Costa Rica, el país que desde mediados de los años noventa fue el primero que se abanderó de la idea de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, no ha podido ratificar el DR-CAFTA como resultado de una polarización política que ha conducido al inmovilismo en la toma de decisiones en esta materia. Ni ha podido todavía abrir el mercado de las telecomunicaciones, la energía y los seguros, lo cual es dado por contado en países vecinos. El Salvador ha sido sometido a un fuerte ajuste a partir de la dolarización de su economía que ha redefinido los términos de su relación con el comercio internacional, pero a la vez ha experimentado extraordinarios estremecimientos sociales en términos de violencia y conflictividad social como secuela de la guerra. Guatemala tiene retos sociales enormes como resultado de una sociedad altamente compleja desde el punto de vista étnico y es afectada hoy día por unos alarmantes índices de criminalidad. Honduras, por su parte, tiene serias deficiencias de infraestructura y de orden institucional, junto a unos altísimos índices de violencia, mientras que Nicaragua ha estado durante meses al borde de la ruptura política.

La República Dominicana tiene también enormes desafíos en términos sociales, institucionales y de competitividad. La crisis energética es una espada de Damocles que pende sobre toda la sociedad, afectando la calidad de vida y la competitividad de las empresas, especialmente de las pequeñas y medianas.

En el orden positivo, sin embargo, nuestro país ha gozado de estabilidad política, su economía ha mostrado tener capacidad de crecer y diversificarse, y contamos con una infraestructura de carreteras, puertos y aeropuertos que sorprende a muchos visitantes. A la vuelta de veinte años la infraestructura turística del país ha superado la de otros países de la región que empezaron su desarrollo en este campo varias décadas antes. A pesar de nuestras querellas políticas cotidianas, no sufrimos de las polarizaciones extremas de otras sociedades, los que nos ha permitido buscar soluciones más o menos de consenso cuando ha sido necesario tomar decisiones sobre temas fundamentales.

Por supuesto, la pobreza y la desigualdad social son un lastre particularmente notable en una sociedad que ha crecido tanto en términos económicos durante los últimos cuarenta años. Nuestras deficiencias en la educación y la salud pública son, por supuesto, factores explicativos de esta realidad social. Pero en esto también inciden los modelos de desarrollo económico que hemos tenido, la estructura tradicional de la propiedad y la naturaleza misma del Estado que ha mantenido a una parte considerable de nuestra población excluida de los beneficios del crecimiento económico y de las instancias políticas de toma de decisión.

Con miras hacia al futuro, deseo identificar al menos tres pilares básicos que deben servir de soporte a nuestra estrategia de desarrollo en el contexto de la pronta entrada en vigencia del DR-CAFTA. Estos son: primero, estabilidad macroeconómica, segundo, eficiencia micro-económica o competitividad, y tercero, calidad institucional.

En cuanto a la estabilidad macroeconómica, nadie puede negar razonablemente los extraordinarios esfuerzos que han desplegado el Gobierno y el Banco Central de la República Dominicana para recuperar la estabilidad macroeconómica luego de sufrir una de las peores crisis económicas de la historia moderna del país. Los resultados positivos en términos de crecimiento, control de la inflación, reducción de las tasas de interés, estabilidad relativa de la moneda, manejo del déficit fiscal y cuasi-fiscal, renegociación de la deuda externa luego de su duplicación en cuatro años, entre otros factores, hablan por sí mismos.

En un reciente discurso pronunciado en ocasión de la celebración del quincuagésimo noveno aniversario del Banco Central, el Gobernador de dicha entidad Lic. Héctor Valdez Albizu se refirió al estado de la economía dominicana durante el período enero-septiembre del año en curso.

Luego de que la economía experimentara un crecimiento de un 9.3% en el año 2005, durante los primeros nueve meses de este año la misma creció 11.3%, lo que pone de manifiesto la consolidación de la recuperación económica. Según informó el Gobernador, nunca antes en el desempeño económico del país se había registrado por cinco trimestres consecutivos un crecimiento por encima de dos dígitos.

Durante el período enero-septiembre de 2006, el Índice de Precios al Consumidor fue de 3.46%. Las proyecciones para el cierre del año son de una inflación en torno al 6% en consonancia con la meta del Acuerdo Stand-by con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para el 2006.

Por su parte, la banca múltiple desembolsó durante el período julio-septiembre por concepto de préstamos al sector privado un monto de RD$8,977.9 millones de pesos, lo que, en términos anualizados, refleja un crecimiento de 16.9% respecto al año anterior.

En cuanto a la acumulación de reservas por parte del Banco Central, ésta le ha permitido incrementar la cobertura de las importaciones nacionales de apenas dos semanas en el año 2004 a más de tres meses y medio en la actualidad. Y las Reservas Internacionales Netas líquidas constituyen en estos momentos un 40% de la emisión monetaria, mientras que en agosto del año 2004 era menor a cero, pues en ese entonces las reservas líquidas eran negativas.

El Gobernador del Banco Central informó en el referido discurso cómo se ha logrado también un avance notable en el manejo del denominado déficit cuasi-fiscal a través de un cambio del perfil de la deuda de los certificados emitidos por el Banco Central, lo que se ha traducido en una reducción significativa del pago de los intereses por dichos certificados al pasar de RD$ 3,200 millones en el 2004 a RD$ 2,100 millones en promedio mensual en el 2006 no obstante el incremento justificado del stock de certificados. Esto se ha traducido en una disminución del déficit cuasi-fiscal del 4% del PIB en el 2004 al 2.9% del PIB en el 2005, superando la meta con el FMI en este renglón.11

En cuanto a la deuda pública como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), ésta pasó de alrededor del 23% a finales del año 2000 al 53% en el 2004. En el 2005 ésta bajó a 43.1% y a mediados de este año a 42.9% del PIB.12

Estos resultados macroeconómicos explican por qué la calificación riesgo país haya mejorado de manera tan significativa según Standard & Poor, Fitch y Moody’s.

Los agentes económicos comienzan a dar por contado estos logros. Pero como dice el viejo refrán, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Por supuesto, uno de los retos fundamentales que tenemos es cómo darle sustentación de largo plazo a la estabilidad macroeconómica en un contexto en el que ha sido necesario, en un tiempo sumamente corto, no sólo enfrentar la severa crisis fiscal, monetaria y financiera heredada, sino también cambiar significativamente la estructura impositiva del país ante los requerimientos de la entrada en vigencia del DR-CAFTA.

El segundo pilar que mencioné fue el de la eficiencia micro-económica o la competitividad de la economía dominicana.

Una buena noticia en este ámbito es que el Reporte Global sobre Competitividad 2006-2007 del Foro Económico Mundial señala a la República Dominicana como uno de los cinco países que más avanzaron el último año en materia de competitividad.13 El objetivo debe ser, sin embargo, seguir mejorando nuestra calificación en este reputado Índice de Competitividad, el cual sirve de referencia a quienes toman decisiones en el mundo empresarial internacional.

Visto en perspectiva, la República Dominicana ha logrado avances significativos en múltiples ámbitos relativos a la competitividad, lo que se refleja en una tasa creciente de inversión extranjera en turismo, telecomunicaciones, zonas francas, comercio, y más recientemente en nueva tecnología a través del parque cibernético.

Tenemos, sin embargo, retos importantes que afrontar en materia de energía, infraestructura, educación y tecnología, así como en lo que respecta a las regulaciones y las prácticas que inciden en la formación y el desenvolvimiento de los negocios.

La superación de la crisis energética es un factor clave en el desarrollo de la eficiencia micro-económica y la competitividad de las empresas. Esta cuestión escapa completamente a mi competencia profesional, por lo que ni siquiera intentaré proponer soluciones a este grave problema que afecta a la República Dominicana desde tiempos inmemoriales. Lo que sí hay que recordar es que en la creación y el agravamiento de la crisis energética han incidido múltiples factores y diferentes actores, de carácter público y privado, por lo que la solución de la misma sólo será posible mediante acciones conjuntas responsables por parte de los sectores público y privado relevantes en los que predomine el bien de la colectividad en general y no los intereses particulares.

La educación es, por supuesto, un factor clave en el desarrollo de la competitividad, especialmente con miras a atraer inversiones que generen valor agregado, con buenos empleos que eleven la calidad de vida de la fuerza laboral dominicana. Mi experiencia en la vida académica universitaria me dice que la mejoría de la educación será el resultado de una combinación de factores cuantitativos y cualitativos, por lo que deberemos no sólo aumentar progresivamente la inversión en educación, sino también renovar los programas de estudio, mejorar los estándares de evaluación, superar los métodos tradicionales de enseñanza y crear sistemas efectivos de control de calidad en el desempeño de la labor educativa.

Y en materia de infraestructura el país tiene el reto de seguir mejorando sus redes de comunicación terrestre, aérea y marítima en un contexto de inserción cada vez mayor en la economía internacional. La reciente designación del Puerto Multi-Modal Caucedo dentro de la denominada Iniciativa de Seguridad de Contenedores de Estados Unidos (mejor conocido como CSI por sus siglas en inglés) es una excelente noticia, ya que esta medida facilitará enormemente el flujo comercial desde República Dominicana hacia Estados Unidos. Vale mencionar que sólo seis puertos en América Latina y el Caribe han recibido la certificación CSI, lo que nos coloca en una posición ventajosa frente a otros países de la región. Desde la Embajada dominicana en Washington estamos ya trabajando con el Puerto de Haina para que el mismo sea también incorporado a dicha Iniciativa.

En todos estos renglones que he mencionado se requiere la participación y la colaboración de los sectores público y privado, pues ni el Estado por sí solo ni el mercado dejado a su libre albedrío podrán dar respuestas efectivas a todos estos requerimientos del desarrollo.

Será necesario también un cambio de mentalidad en la manera de hacer negocios pues el horizonte de la actividad empresarial se expande cada vez más desde el mercado interno al mercado internacional, especialmente después de la entrada en vigencia del DR-CAFTA. Esto requerirá de nuestros sectores empresariales la capacidad para identificar nuevos nichos y oportunidades, ya que si el concepto de ventaja comparativa tuvo sentido a principios del siglo XIX cuando fue desarrollado por el renombrado economista David Ricardo, mucho más lo tiene ahora en el siglo XXI ante los procesos crecientes de integración de los mercados y la globalización.

El tercer y último pilar al que hice referencia fue el de la calidad institucional. Ya nadie discute que el desarrollo está íntimamente ligado a la existencia de un marco institucional que provea seguridad jurídica, certidumbre e igualdad de oportunidades. Una de las críticas más fuertes que se le han hecho al denominado Consenso de Washington es que dejó a un lado la dimensión institucional , lo que vino a enmendarse más tarde cuando desde los organismos multilaterales de financiamiento radicados en Washington se comenzó a promover la reforma tanto del poder judicial como de la administración pública, así como el desarrollo de las capacidades de regulación del Estado como condición necesaria del buen funcionamiento del sistema económico de mercado.

Como señalara don Enrique Iglesias, ex Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “Un mercado eficiente es el mejor mecanismo de asignación de recursos, pero se necesita un Estado también eficiente para regular el mercado, compensar a los sectores postergados y habilitar a todos para participar en el proceso de cambio”.14

Buenas políticas públicas son importantes para el desarrollo, pero también lo son las instituciones a través de las cuales éstas son aprobadas e implementadas. La calidad de las instituciones debe reflejarse en la administración pública, el poder judicial, los gobiernos municipales, los órganos reguladores y fiscalizadores, así como en cualquier otra esfera del Estado.

Las instituciones, por supuesto, no existen en el vacío. Ellas son la expresión de una multiplicidad de factores de orden legal, político y cultural. El tipo de liderazgo político, la naturaleza de los partidos, la calidad de los recursos humanos, la propia configuración de la sociedad y las prácticas establecidas a través del tiempo inciden en el funcionamiento de las instituciones del Estado.

Males tales como el clientelismo, la corrupción y la debilidad del orden jurídico, entre otros, son el resultado no sólo de unas maneras determinadas de hacer política por parte de los políticos, sino también de intereses particulares desde la sociedad en sus diferentes esferas que se benefician de la des-institucionalización, como señaló recientemente ante este mismo foro el padre José Luis Alemán, SJ.15

En todo caso, lo importante a destacar es que el fortalecimiento institucional es uno de los retos fundamentales para el desarrollo en nuestra sociedad. Y cuando hablo de institucionalización me refiero no sólo a la parte normativa, lo que se denomina la institucionalización formal, sino también a la institucionalización político-material, es decir, a la sedimentación de valores, prácticas y comportamientos que se correspondan con las pautas establecidas por las normas jurídicas.

Debo señalar que el funcionamiento del DR-CAFTA implicará cambios institucionales en ámbitos tales como resolución de disputas, compras gubernamentales, prácticas aduanales para la facilitación del comercio, entre otros. Pero además la entrada en vigencia del DR-CAFTA deberá servir de incentivo para que los actores internos continuemos con el proceso de mejoría de la calidad institucional en general del Estado dominicano pues es de interés nuestro que nuestro país sea un lugar cada vez más atractivo para la inversión tanto doméstica como extranjera.

Aprovecho la oportunidad para referirme brevemente al proceso de reforma constitucional que ha emprendido el Presidente Fernández con la creación de una Comisión de Juristas, en la cual me honra participar, y la puesta en marcha de un proceso de consulta con los diferentes sectores de la sociedad.

Dada la historia constitucional dominicana, repleta de reformas impulsadas por intereses particulares o imperativos coyunturales, es entendible que en muchos sectores de la sociedad dominicana exista escepticismo sobre este nuevo intento de reforma constitucional. Algunos cuestionan la metodología, otros el sentido de oportunidad y otros la pertinencia misma de hacer una reforma al texto constitucional.

Aunque no puedo invocar imparcialidad, no quiero dejar de expresar mi opinión sobre este tema. Dada la naturaleza de la constitución vigente, al Presidente Fernández le hubiera resultado mucho más fácil seguir gobernando con ella. Sin embargo, él ha optado por reformarla porque le anima el espíritu de hacer una reforma constitucional que sirva a la consolidación de la democracia, la gobernabilidad política y el Estado de derecho en la República Dominicana.

Algunos han dicho que este proceso de reforma constitucional es una manera de desviar la atención de los problemas nacionales fundamentales. Es obvio que ese no es el caso pues los otros temas de la agenda nacional, ya sea la implementación del DR-CAFTA o la crisis eléctrica o cualquier otro, están siendo tratados en sus respectivas esferas.

Más bien pienso que el debate constitucional ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el estado de situación de las instituciones del Estado dominicano con miras a reformarlas o fortalecerlas. Esto requiere, por supuesto, la contribución de todos los sectores de modo que, a través de la consulta y el diálogo, podamos arribar una mejor comprensión de nuestra realidad institucional, así como a un conjunto de propuestas de reformas que cumplan con los objetivos antes señalados.

Tengo el criterio de que el constitucionalismo no es sólo el acto de escribir constituciones, sino también el arte de construir instituciones. Y las instituciones no se construyen de una vez y por todas, sino que es un proceso permanente que requiere voluntad política, visión, recursos humanos y financieros, cambio de mentalidad y nuevas prácticas.

Me inspiro en Alexis de Tocqueville, quien a principios del siglo XIX escribió su libro La Democracia en América, en el cual transmitió a sus conciudadanos franceses sus percepciones sobre la democracia norteamericana. En dicho libro él señaló que habían tres causas que explicaban el mantenimiento de las instituciones democráticas en los Estados Unidos: sus condiciones físicas, sus leyes y sus costumbres.

“Se exagera en Europa –dijo Tocqueville-- la influencia que ejerce la posición geográfica de Estados Unidos en la duración de las instituciones democráticas. Se atribuye demasiada importancia a sus leyes y muy poca a las costumbres. Estas tres grandes causas ayudan indudablemente a ordenar y dirigir la democracia americana; pero si hubiera que clasificarlas, yo diría que las causas físicas contribuyen menos que las leyes, y las leyes menos que las costumbres”.16 A lo que agregó: “Estoy convencido de que la situación más afortunada y las leyes mejores no pueden mantener una constitución a pesar de las costumbres, mientras que éstas son capaces de sacar partido incluso de las posiciones más desfavorables y de las peores leyes”.17

¿Qué entendía Tocqueville por costumbres? “Doy aquí –dijo él-- a la expresión costumbres el sentido que adjudicaban los antiguos a la palabra mores; no sólo la aplico a las costumbres propiamente dichas, que podrían llamarse hábitos del corazón, sino a las diferentes nociones que poseen los hombres, a las diversas opiniones que tienen crédito entre ellos, y al conjunto de ideas que forman los hábitos del espíritu. Entiendo, pues, por esta palabra, todo el estado moral e intelectual de un pueblo”.18

Una de las importantes lecciones que se derivan de estas reflexiones de Alexis de Tocqueville es que, para avanzar en la consolidación de regímenes democráticos, los procesos de reforma legal e institucional deben estar acompañados de cambios en los valores, las actitudes, los hábitos y las prácticas de los actores que intervienen en el proceso político democrático. Dicho de otro modo, las buenas instituciones no podrán lograr plenamente su cometido si no se produce un cambio en la cultura política de quienes le dan vida a las mismas. Esto significa que la institucionalización democrática no puede ser un proceso meramente formal, sino que la misma implica que los patrones de conducta que consagran las leyes, los procedimientos y las instituciones del sistema democrático sean asimilados y practicados habitualmente por los diferentes actores de la vida política.19


PALABRAS DE CONCLUSIÓN

Tras examinar los tres pilares del desarrollo a los que hice referencia –estabilidad macroeconómica, eficiencia micro-económica y calidad institucional—concluyo mis palabras retomando el tema del DR-CAFTA para señalar que su pronta entrada en vigencia debe abrir un debate entre los sectores público y privado, así como al interior de cada uno de ellos, sobre cómo aprovechar las oportunidades que ofrece este tratado comercial con la economía más grande del mundo.

La oportunidad es propicia también para pensar más allá del DR-CAFTA. Esto es, para plantearnos los retos del desarrollo con miras a generar crecimiento con equidad, reducir la pobreza, elevar los ingresos y el bienestar de la población, y hacer que cada vez más dominicanos y dominicanas se sientan entes dinámicos de la vida económica, partícipes del tejido social y actores reales del proceso político democrático.


Muchas gracias

1 Cf. World Fact Book, CIA, DG Trade y el Banco Central de la República Dominicana.

2 Fuente: Banco Central de la República Dominicana.

3 World Investment Report, UNTAC.

4 Cf. Informe del flujo turístico. Banco Central de la República Dominicana.

5 Cf. Office of Textile and Apparel (OTEXA), International Trade Administration. U.S. Department of Commerce.

6 Dani Rodrik, “The Global Governance of Trade: As if Development Really Mattered”. Ensayo preparado para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 2001, p. 26.

7 Jagdish Bhagwati y T.N. Srinivasan, “Trade and Poverty in the Poor Countries”.

8 Dircurso del Presidente de la República de Chile, Ricardo Lagos, en la Conferencia Ministerial de la Comunidad de las Democracias, 2005.

9 Andrés Oppenheimer, Cuentos Chinos: El engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2005, pp. 36-44.

10 Jeffrey D. Sachs, “The importance of investment promotion in the poorest countries”, The Economist Intelligence Unit, World Investment Prospects, p. 78

11 Cf. Discurso del Lic. Héctor Valdez Albizu, Gobernador del Banco Central de la República Dominicana en el 59 Aniversario de la Institución, lunes 23 de octubre de 2006.

12 Cf. FMI. Ver también ponencia del Ing. Temístocles Montás, Secretario Técnico de la Presidencia, “Lo que ha cambiado en la República Dominicana desde el 16 de agosot de 2004”. Mayo 2006

13 Cf. Global Competitiveness Report 2006-2007. World Economic Forum.

14 Enrique Iglesias, “Las Américas: De la Integración Económica a una Cooperación Plena”. Conferencia Cátedra de las Américas de la Organización de los Estados Americanos (OEA), 8 de febrero de 2005, p. 8.

15 José Luis Alemán, SJ. Discurso en el Almuerzo de la Cámara Americana de Comercio. 19 de julio de 2006, p.9.

16 Alexis de Tocqueville, La Democracia en América 1. Madrid: Alianza Editorial, 1980, p. 290.

17 Idem.

18 Idem., p. 271. Itálicas en el texto.

19 Sobre el tema de la institucionalizacion, Cfr. Philippe C. Schmitter y Terry Lynn Karl, “What Democracy is...and is not”, en The Global Resurgence of Democracy, editado por Larry Diamond y Marc F. Platnner. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1993, p. 40.